(1979) Abogado constitucionalista. Profesor de estudios políticos e internacionales desde 1998 (UC, UNESR, UCV, USM). Colaborador de medios internacionales (Inglés, Portugués, Italiano) Escritor en prensa. Colaborador en tv internacional

lunes, 24 de junio de 2013

Autonomía, asambleas y lucha contra el intervencionismo



Prof. Jesús Silva R.

 Publicado en Diario El Aragüeño - 21.01.13

Imaginemos por un instante si nuestra gloriosa Universidad Central de Venezuela, institución para la cual quien suscribe presta servicios como trabajador docente fuera víctima de la intervención del Estado a través de un tribunal debido a la petición irresponsable y mezquina de algún miembro de la comunidad universitaria que no comparte el régimen jurídico interno de nuestra amada Casa de Estudios o sencillamente porque no ha resultado favorecido por la decisión de una asamblea de profesores o estudiantes. El resultado de esa aventurera acción sometería a la universidad al grave riesgo de perder su autonomía y nunca más recuperarla.
 Este ejemplo se extiende a otras personas jurídicas, sean del ámbito público o privado, llámense asociaciones, corporaciones, gremios, clubes, empresas etc. 

Pues cuando un integrante o una arribista minoría de ellos, recurre a mecanismos externos, maniobras leguleyas, campañas de sabotaje y difamación o cualquier tipo de abusos para imponer forzosamente sus intereses propios por encima del colectivo y del ordenamiento jurídico interno que protege a la asociación, es evidente que está destruyendo el régimen de convivencia y promoviendo que esa misma entidad termine siendo definitivamente intervenida o expropiada, según sea el caso.

Así como el intervencionismo del Estado en el sistema universitario pudiera ser la consecuencia final si por conflictos internos y falta de diálogo se genera una apariencia de anarquía, caos, guerra interminable o ingobernabilidad universitaria; lo mismo puede acontecer con cualquier otra institución o agrupación de la vida social.    

Por eso no se deben despreciar las vías internas, como por ejemplo la bondad democrática de la Asamblea; esta es según el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE): una “reunión numerosa de personas para discutir determinadas cuestiones y adoptar decisiones sobre ellas”

De allí que sea requisito esencial para la democracia y la convivencia sana garantizar espacios como la asamblea para la discusión de los temas fundamentales y la búsqueda de acuerdos basados en el razonamiento, el humanismo, los objetivos comunes y el espíritu unitario.
La Asamblea como organismo superior de la corporación, es al mismo tiempo el escenario legítimo y más conveniente para que el conjunto de asociados manifiesten mediante ideas y actos, su compromiso efectivo con el interés y buena marcha de la persona jurídica por ellos conformada. Celebrar una asamblea siempre favorece a la totalidad de asociados, nunca a un segmento, pues representa el escenario democrático por excelencia para la toma de grandes decisiones, corregir las equivocaciones y revitalizar la unidad entre miembros de una misma familia.

Formalidades no esenciales e interpretaciones jurídicas confusas jamás deben convertirse en obstáculo para que la comunidad ejerza su libertad de expresión en esos escenarios abiertos, públicos y voluntarios como los que permite la asamblea. Según la DRAE, autonomía es la potestad que dentro de un Estado tienen municipios, provincias, regiones u otras entidades, para regirse mediante normas y órganos de gobierno propios. 

Como ucevistas somos consecuentemente autonomistas y llevamos dignamente esa doctrina a todos los ámbitos nuestra vida pública y privada; nos negamos a la tesis de un Estado autocrático e interventor judicial de la vida de los ciudadanos y las asociaciones que ellos legítimamente han fundado. Si golpeamos nuestra autonomía, abrimos las puertas a que al final nos arrebaten lo nuestro y que  tanto esfuerzo le ha costado a esa mayoría social de nuestra de clase media, vale decir, mujeres y hombres que conducen diversas asociaciones.

La buena marcha de la asociación depende de una actuación sabia, que entienda siempre la política como la ciencia de transformar la voluntad individual en una voluntad comunitaria para así lograr grandes objetivos sociales. Nunca pretender que un bloque aplaste al otro, ni tomar el gobierno por la fuerza o el engaño. 

De lo que se trata es unificar los bloques mediante la praxis del diálogo, la búsqueda de factores que nos unan, el consenso, el respeto por la diversidad, el agotamiento de vías internas y el reconocimiento del otro, todo esto en el marco de la autonomía y sin el intervencionismo de entes extraños.